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Región CRÓNICA

El agua del río Tajo, poca cantidad y escasa calidad... también en Portugal

31 julio, 2018 11:11

El agua del río Tajo baja con un caudal escaso y su calidad cada vez es menor en el curso portugués hasta su desembocadura en Lisboa debido a la gran carga de contaminantes que soporta a diario, según denuncian grupos y plataformas lusas.

La mortandad de los peces, el descenso brusco de los caudales de agua, vertidos de las fábricas o los arrastres que contienen pesticidas procedentes de la agricultura intensiva son los grandes problemas que afectan al río ibérico más largo, con más de un millar de kilómetros desde Teruel hasta Lisboa.

El Movimiento por el Tajo (ProTejo, en portugués), integrado, sobre todo, por voluntarios portugueses, aunque también con activistas españoles, se ha convertido en los últimos años en uno de los vigilantes del río, mediante denuncias que, incluso, han llegado hasta la Fiscalía portuguesa.

Ana Brazão, portavoz del movimiento, asegura a EFE que en julio, por ejemplo, se han detectado episodios de mortandad de peces "asociados a la gran cantidad de contaminantes de las fábricas".

En un azud de Abrantes o en Vila Nova de Barquinha (a 125 kilómetros de la frontera con España) y en las playas de Moinhos y de Samouco -ambas en el estuario del Tajo, ya en Lisboa-, aparecieron durante el mes de julio muchos peces muertos, asegura Brazão.

"El río no tiene un caudal suficiente para depurar toda la carga -contaminación- que le llega", insiste la portavoz de ProTejo.

Los problemas del río Tajo "no conocen fronteras", motivo por el que desde esta plataforma insisten en que la solución pasa por acuerdos entre ambos países.

El trasvase, gran culpable

El trasvase español del Tajo-Segura para llevar agua a los regantes del Mediterráneo imposibilita que el río llegue a Portugal con un caudal suficiente como para preservar su hábitat en óptimas condiciones, consideran desde el movimiento.

Desde ProTejo entienden que se tendrían que revisar los acuerdos de la Convención de Albufeira (en vigor desde el año 2000), que establece los caudales mínimos de los ríos transfronterizos de la península Ibérica.

Para Ana Brazão, sería importante fijar un caudal mínimo diario para preservar el hábitat del río.

El problema radica en que "el caudal del río Tajo fluctúa bastante, sobre todo el verano, donde hay días que baja muchísimo y, por tanto, la cantidad de agua es muy inestable".

Espumas contaminantes

En los últimos meses, las espumas contaminantes que flotaban sobre el curso del Tajo en la zona portuguesa también provocaron las protestas y el Gobierno luso inició medidas para frenar la presión de desechos provenientes de fábricas de celulosa próximas al río.

El pasado enero, una gruesa capa de espuma apareció sobre las aguas del Tajo junto al embalse de Abrantes, a mitad de camino entre la desembocadura y la frontera con España, lo que hizo saltar las alarmas sobre los niveles de contaminación del acuífero.

En un primer momento, el Ejecutivo portugués decidió restringir los vertidos de una empresa de celulosa y retirar los sedimentos depositados en el fondo del río.

Además, el pasado 6 de julio presentó un plan de acción para los próximos 4 años dotado con 2,5 millones de euros para evitar futuros episodios de contaminación.

Serán contratados cinco vigilantes, tanto para inspeccionar como para disuadir, y se creará una plataforma tecnológica que recogerá toda la información disponible sobre la calidad del agua en el Tajo.

Desde la plataforma en pro del río Tajo, sus voluntarios consideran que este plan es "bienvenido" y también entienden que deberían de controlar la cantidad de agua con la que llega el río desde España y la carga de contaminación.

A causa de la contaminación y del bajo caudal también hay especies de peces muy amenazadas y que, además, han aminorado la actividad pesquera en este río.

Según Paulo Constantino, miembro del Movimiento por el Tajo, "apenas se ven bogas y también están amenazadas la lamprea o la anguila".

El Parque Natural Tajo Internacional, con 25.088 hectáreas en la parte española y 26.484 hectáreas en territorio luso y catalogado como Reserva de la Biosfera, se ha convertido en los últimos años en uno de los recursos naturales y turísticos transfronterizos más relevantes.