Los micrófonos abiertos están jugando malas pasadas a los políticos en las últimas semanas. Y es que los representantes públicos no están teniendo el cuidado debido o están sintiendo el deseo irrefrenable de expresarse cuando creen que nadie les escucha. La última a la que le ha pasado es a Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, en el ojo del huracán tras convocar elecciones en su autonomía para evitar las mociones de censura que se le avecinaban.

En su caso, su confesión se la hizo nada menos que al presidente del Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, a cuentas de los cierres perimetrales por la pandemia, durante el acto de homenaje a las víctimas del terrorismo en los jardines del Palacio Real. Ayuso, cuando pensaba que nadie les escuchaba, le dijo claramente que "entre Alfonso y tú me habéis roto la vida". Con ese nombre se refiere a Alfonso Fernández Mañueco, el presidente de Castilla y León, y la razón de su frustración no es otra que la imposibilidad de poder desplazarse a las dos comunidades vecinas.

Ayuso prosigue en su 'secreta' confesión expresándole a García-Page que "mi pueblo está en Ávila y mi familia en Toledo", razón por la que desearía poder cambiar de comunidad como ya hizo hace unos meses cuando a buen seguro aprovechó su visita a la Ciudad Imperial para reunirse con el presidente del PP de Castilla-La Mancha y para interesarse por algún familiar. De momento, no puede hacerlo, puesto que ambas regiones limítrofes con Madrid han aceptado los cierres perimetrales de su territorio para contener el efecto expansivo del coronavirus durante la Semana Santa.