Capilla Sixtina

Del "apretón" del relato al "apretón" de Torra

9 octubre, 2018 00:00

Cuando ETA anunció la disolución definitiva al personal de todo los colores ideológicos les entró el “apretón” de relatar la victoria de la democracia sobre el terror de ETA. ¡Bien! ¡Bravo! Se trataría de señalar en qué lado estaban los que defendían la democracia y en qué lado quienes la atacaban. Sería conveniente unificar criterios por si alguien tenía la ocurrencia de contar los hechos de distinta manera a cómo habían sucedido. Urgía –de ahí el “apretón”– empezar a contar los años aciagos del terror y su final. Contar los miedos, las cobardías ciudadanas, las connivencias criminales, “la ingeniería ruin de los terroristas”, en expresión del primer ministro francés, las muertes inútiles, las vidas truncadas. Pero no como novelas, sino como ciencia. Creímos entonces que todos iban a estar a la altura épica que el relato reclamaba: el triunfo de la democracia sobre el terror. Sin embargo. Sin embargo, algo ha empezado a torcerse.

Se convocó en Moncloa la semana pasada un acto conjunto entre España y Francia. Este  proporcionaba abundante documentación que pudiera aclarar asesinatos oscuros, maniobras siniestras, comportamientos ciegos de los derrotados. Y es cuando hemos descubierto que algunos políticos y varios de sus seguidores mediáticos no están sino a la altura de sus miserias. Al acto institucional conjunto España-Francia no han asistido el Sr. Aznar, el Sr. Rajoy, ex-presidentes de gobierno, ni la Sra. Ana Pastor o el Sr. Pío Escudero, presidentes del Congreso y del Senado. Todos del PP. Y el silencio mediático que le ha seguido ha resultado  ominoso y obsceno. Y es que hay quienes no aceptan un relato que no sea el suyo, un gobierno que no les pertenezca y unas instituciones que no controlen. Mal comienzo para una historia que debiera ser unánime.

El otro “apretón” ha venido del Sr. Torra, presidente de la Generalitat, quien ha animado a los de la lucha violenta ciudadana a que sigan “apretando”. Y tanto caso le han hecho que por la tarde han asaltado el Parlament, al grito de “el pueblo manda, el gobierno obedece”. Total para lo que sirve, han debido pensar los chicos que pegan, queman, cortan el tráfico, interrumpen la circulación de los trenes, rompen cuanto encuentran. Algo similar decía Arzalluz en su momento a los jóvenes  vascos que pronto se convertirían en rudos asesinos de militares, guardias civiles, policías, magistrados, políticos, concejales o  cualquiera que estuviera en el lugar donde les venía bien poner bombas. Orgulloso Torra, por el éxito de sus discursos, al día siguiente dio un ultimátum al Gobierno. Y ha enviado cartas a todo el mundo: Trump, el Papa, etc. El Gobierno le ha contestado que nada de nada, que “ultimátums” a otros. El resto conservarán, suponemos, las cartas en los archivos para el anecdotario de la Historia.

Un día después han abierto el Parlament, que llevaba meses cerrado, y allí se ha escenificado que Kafka se pasea por Cataluña a la búsqueda de historias absurdas. Todo está siendo delirante y, lo que es más grave, antidemocrático. Pero, al parecer, a los nacionalistas y a otros en general, les importa poco la democracia. Interesa más presentar al Estado español como dictatorial. El diálogo ofertado por el gobierno está resultando demoledor para los nacionalistas. Y está retratando a su vez,  en su minúscula  estrechez, a los partidos de la derecha nacional. Estos prefieren sus propios relatos. Y en el caso de Cataluña, cuanto más duro, más se reafirman en la fuerza de sus razones. A la derecha se le olvida históricamente  que  es preferible convencer que vencer.