Capilla Sixtina

Ministros en Barcelona

26 diciembre, 2018 00:00

¡Atención, atención: que el ruido no oculte los hechos, que la confusión no enturbie la realidad, que la pulsión ideológica no imponga su furia!

El Consejo de Ministros del Gobierno de España, celebrado en Barcelona el día 21 de diciembre del año 2018 es un acontecimiento normalizado o excepcional, según se mire. Pero para entenderlo mejor, primero atendamos a los símbolos. 1.- Unos políticos presos independentistas abandonan la huelga de hambre el día antes de que se reúna el Consejo de Ministros. Dan por finalizado con el gesto una huelga de baja intensidad. Posiblemente porque ya resulta muy aburrido o por alguna otra razón. 2.-  En la reunión que se celebra en la tarde, antes del Consejo, entre el presidente Sánchez y el de la Generalitat, un funcionario, con la astucia de un “botiguer” cazurro, coloca bien visibles unas flores de pascua con hojas amarillas. Otro distinto, atento a la jugada paleta, coloca delante otra planta con hojas rojas. Quedan así esbozados los colores de la bandera de España. 3.- Ya en el Consejo de Ministros se aprueba la nulidad del juicio contra Companys y se rehabilita a siete científicos e intelectuales entre los que se encuentra quién fuera introductor de Einstein en España. 4.- Se añade al aeropuerto del Prat el nombre de Josep Tarradellas. A Tarradellas le odian los independentistas. Para ellos como si no hubiera existido. Le acusan de “traidor” por su pacto con Adolfo Suárez en los inicios de la Transición. Los independentistas han declarado que para esas alforjas no había hecho falta un Consejo de Ministros. No les convencen estas y otras medidas aprobadas. Entre ellas una inversión de 125 millones para inversiones en carreteras en Cataluña. Ni les importa que se suba el sueldo a los funcionarios. Y, por supuesto, nada les interesa la subida del salario mínimo a 900 euros.

Las derechas político-mediáticas coinciden con los seguidores de Torra en que las medidas no sirven para nada, aunque estos últimos añaden además ruido y furia. En cuanto a los simbolismos, pasan o los retuercen. Ha implantado un lenguaje castrense y belicista. Hablan de claudicación, de vencidos, de vendidos, pero sobre todo de traición. Sánchez es en estos momentos el “Gran Traidor”. Aunque como lo fue González por intentar acabar con ETA. Hasta que llegó Aznar y pactó con ellos, además de hablar catalán en la intimidad. Traidor fue también Zapatero por el mismo intento de acabar con ETA mediante el diálogo. Hasta que llegó Rajoy y dialogó con ellos y con el PNV para terminar con los crímenes de ETA. Como los señores feudales o algunos monasterios disponían del monopolio de la explotación de la sal, la derecha dispone de monopolio del patriotismo y de la declaración sin complejos de traidores a los socialistas cuando están en el Gobierno. Pero no se olvide. Sánchez es traidor por intentar solucionar un conflicto en Cataluña a través del diálogo. ¿Qué haría la derecha? ¿Mandarían al ejército? Probablemente no. Entonces, ¿por qué tanto ruido y tanta furia?  Porque hay que desprestigiar a Sánchez de cara a las próximas elecciones no sea que se presente y gane. Se trata con el ruido de que las medidas que se han aprobado pasen desapercibidas. Y de paso, chantajear a la sociedad con la crispación. Se trata de presentar a Sánchez aferrado al poder. Si fueran ellos quienes estuvieran gobernado no se aferrarían, simplemente ejercerían un mandato democrático. Nada importa que luego estén en los juzgados. Recordemos: Rajoy convocó unas segundas elecciones porque no encontraba la mayoría que necesitaba. Así son las cosas con la derecha de por aquí. ¡Atención, atención! Nada es lo que parece!