Capilla Sixtina

Internacionales y locales

15 enero, 2019 00:00

Vamos a entrar en los próximos meses en una fase intensa de localismo y “nacionalismo” territorial. En mayo se elegirán concejales; estos, de entre ellos, elegirán alcalde; votaremos indirectamente diputados provinciales y, entre ellos, elegirán presidentes de la Diputación; decidiremos sobre diputados autonómicos que, entre ellos, elegirán a su vez al presidente de la Comunidad Autónoma. Como podrán calcular un número impresionante de intereses colectivos y proyectos particulares estarán en juego. Así que todo se contará en clave local, aunque mirando de reojo a la política nacional. La hipotética ascensión de algunos o su caída pasará por los resultados de estas elecciones. Pero, al mismo tiempo, es fundamental para los partidos nacionales mantener o incrementar su poder local. Anticipa lo que pudiera suceder en las elecciones generales. Por lo demás, es en el ámbito local donde se pueden ensayar pactos de diferentes composiciones políticas. Será en Andalucía, donde los partidos de la derecha no tendrán ningún remilgo en pactar con la ultraderecha. Unos, el PP, de manera clara y rotunda. Ciudadanos, jugando al estúpido juego de yo no te conozco pero apoyas al gobierno del que yo formo parte. En fin, ambos blanqueando a la ultraderecha. En Castilla-la Mancha se ensayó un gobierno con Podemos, cuyos resultados serán juzgados en las elecciones de mayo.

Y en el mismo día, aunque no en la misma urna, se celebrará una votación mucho más trascendente que las locales y cuya presencia y discurso será relegado a un segundo lugar. Se trata de elegir al tiempo que alcaldes, concejales, diputados y presidente varios, a quienes serán miembros del Parlamento Europeo. Dicho de otra manera, cual será del proyecto europeo en los próximos años. Como sabrán, tanto la ultraderecha como al ultraizquierda coinciden en un idéntico objetivo: acabar con Europa. En un mismo día tendremos que ser localistas, cuando depositemos la papeleta para la elección de concejales, e internacionalistas, cuando votemos a los representantes de España en Europa. En lo que cambiamos de urna tendremos que desdoblar nuestros intereses políticos y ciudadanos para decidir los siguientes años en claves locales e internacionales.

Vivimos tiempos confusos. Se están produciendo fenómenos inquietantes. Por un lado se crean movimientos incontrolados aparentemente y más partidos políticos; por otro, unos se convierten en más localistas y otros se hacen más internacionalistas. Los partidos políticos tradicionales se fraccionan. La representación en las instituciones se atomiza. Lo que es un reflejo intrincado de la dispersión de la sociedad. Y es que, no nos engañemos, es la sociedad la que se fracciona o polariza. Los partidos que los votantes se queden en sus casas por las dificultades por una elección de niveles tan distantes y por eso aumentan las dosis localistas y territoriales. Se ha visto en Andalucía y se volverá a repetir en todas los territorios. Lo más inquietante es que en estas tácticas, la izquierda, que históricamente fue internacionalista, se convierte en localista, regionalista o nacionalista. La derecha, en cambio, sobre todo la más extrema, se viste de internacionalista.

En este corrimiento ideologico las clases trabajadoras tradicionales renuncian a la mejora de sus condiciones de vida a través de la internacionalización de sus demandas. El capital, por su parte, se hace más global, más internacional, menos controlable ¿Y las clases medias donde quedan? Se extinguen paulatinamente. Y lo que queda de esas clase medias pasa a formar parte de la maleable masa de movimientos de diversas adscripciones que se inclinan por defender objetivos particulares o sectoriales. Son transformaciones sociológicas y políticas difíciles de digerir.