Capilla Sixtina

Okupa

23 octubre, 2018 00:00

El presidente del Gobierno de España llega al Paseo de la Castellana en Madrid. Se va a celebrar el día de la Fiesta Nacional. Se supone que va a ser un día para la afirmación patriótica. Nada de eso. Como sucediera con otros presidentes socialistas (Felipe González, Zapatero) el señor Sánchez será silbado y abucheado. Inconcebible en cualquier otro país. Y aunque España no es que sea diferente, sí tiene alguna particularidad. Al presidente socialista le gritan “okupa”. La palabra expresa con contundencia una de las particularidades del país que enlaza con la tradición autoritaria decimonónica, prorrogada durante la primera parte del siglo XX: el poder es patrimonio en exclusiva de la derecha. Cualquiera que no sea la derecha ocupando el poder es un “okupa”. Y ante eso no hay amor a la patria que valga, ni sentimiento de nación que conmueva, ni proyecto colectivo por el que luchar.

Felipe González y Zapatero, que llegaron al poder mediante elecciones libres y democráticas, fueron tratados como “okupas”. El señor Sánchez ha llegado al poder no por unas elecciones sino como consecuencia de una moción de censura por corrupción estructural de la derecha. Más “okupa” aún. Curiosamente, quienes defienden que lo conveniente para un país es la estabilidad, si ellos no tienen el poder ese bien tan preciado carece de sentido. La estabilidad, entre otros aspectos, se consigue con legislaturas completas y presupuestos aprobados. Ambos ingredientes aportan seguridad jurídica, económica y empresarial. Pues tampoco importa. ¡Elecciones ya y de Presupuestos ni hablar! Puro patriotismo.

En los presupuestos de 2018, negociados por Rajoy, los más sensatos y la derecha en pleno apelaron a la necesidad de que el PSOE o bien apoyara esos presupuestos o, al menos, se abstuviera para facilitar su aprobación. Contribuiría a hacer nación. Con Sánchez en el nuevo escenario, la derecha se ha conjurado para que esos presupuestos esenciales no se aprueben, caigan rayos o descarguen bombas. Incluso el señor Casado ha ido a la Unión Europea para obstaculizar el visto bueno de Bruselas a los números presentados. Buscan internacionalizar el rechazo exterior a los presupuestos interiores. Luego se extrañan de que el señor Puigdemont y otros separatistas del montón intenten internacionalizar sus diferencias territoriales. En la “estrategia de la crispación” puesta en marcha ha desaparecido el patriotismo productivo (Presupuestos) para centrarse en el patriotismo de carraca y pandereta. Y por estos derroteros deambulan los líderes de la derecha, sus émulos territoriales y la infantería mediática, en una obscena competencia por ver quién pronuncia la frase más disparatada o la descalificación más zafia. La portavoz del PP, señora Montserrat, lo compendiaba en su reciente intervención. Como en los tiempos de la dictadura, se construyen enemigos genéricos a los que combatir. Entonces fueron la masonería, el judaísmo y el comunismo. En la nueva versión son los filoetarras, los secesionistas catalanes o la Venezuela de Chávez, a quienes se incorporará próximamente la Cuba castrista.

En el manual desempolvado de la “crispación estratégica”, nada relacionado con la patria y la nación tiene cabida. Se busca un imaginario “cuanto peor, mejor”, antiguas y desvencijadas técnicas usadas por Aznar y Rajoy. Aunque lo que inquieta realmente es que la derecha no vuelva al poder en algunos años. Casado lo ha verbalizado en la Unión Europea. Sánchez lo que quiere, ha dicho, es financiarse la campaña electoral con los Presupuestos del Estado. Sube el salario mínimo, aprueba la subida de las pensiones en relación con el IPC, destina más fondos a las personas dependientes y, no menos escandaloso, va a suprimir el “impuesto al sol”, que hacía más ricos a unos cuantos y más atrasado al país entero. Una catástrofe nacional. ¡Fuera okupas de nuestra propiedad!