El Alcaná

Desescalada impar

11 mayo, 2020 00:00

Cuenca y Guadalajara entran este lunes en la fase uno de la desescalada, mientras que Albacete, Toledo y Ciudad Real permanecen en la fase cero. El Ministerio de Sanidad resolvía el viernes por la tarde la petición que la Junta había hecho de pasar las cinco provincias de manera conjunta. Al final, prevaleció el criterio más prudente de dejar una semana de espera para aquellas donde el virus ha golpeado de forma más virulenta. El propio consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, se dio por “moderadamente satisfecho” con la decisión, consciente de la dificultad en la gestión de la pandemia. Es hora de releer a Gracián y su arte de la prudencia y no de hacerse trampas en el solitario.

La tarde del viernes fue frenética en las redacciones de igual forma que en las redes. El manchego tiene humor propio y enseguida salió con la foto de una pareja besándose apasionadamente como metáfora de Cuenca y Guadalajara, mientras un pagafantas sujetaba globos en representación de Albacete. Las alusiones a Gran Hermano y Operación Triunfo trufaban las redes e incluso los de Talavera se fueron hasta Javier de Burgos para poner en solfa de nuevo la distribución provincial de España, que no tuvo en cuenta su comarca para crear otra diferente. El número de casos en aquella zona es menor que el resto, pero entran en el cómputo global de la provincia entera de Toledo, donde el virus ha sido más virulento en comarcas como La Sagra o La Mancha. El humor es inteligencia que se hace salvoconducto en situaciones hórridas como esta.

Y es que no alcanzo a entender la discusión política de las últimas semanas, ni en la región ni en España. No se trata de un cruce de reproches generalizado y habitual entre unos partidos y otros. Se trata de la propia utilidad de los partidos en una situación como esta, con veintiséis mil muertos y en la que las colas de Cáritas y Cruz Roja comienzan a dar la vuelta a la manzana. No puedo comprender cómo los diputados no renuncian a parte de su sueldo cuando ya sabemos que el país se va a empobrecer un veinte por ciento, máxime al contemplar cómo con cincuenta diputados se hace el mismo trabajo que con trescientos cincuenta. Es ininteligible que el Gobierno de España – o el resto de administraciones- siga inflando el sector público con cargos y asesores, de los que luego no da nombres, para cargar todo el peso de la crisis sobre la empresa privada y sus trabajadores. El ciudadano va a empezar a preguntarse.

Por eso, son más necesarios que nunca auténticos líderes que encuentren soluciones y sepan renunciar a sus propias ideas. Roberto Aguado, uno de los mejores psicólogos de España que vive en Talavera de la Reina, dice que el liderazgo solo es posible si antes existe un liderazgo intrapersonal, de uno consigo mismo. Y es verdad. Nadie que no encuentre un equilibrio verdadero dentro de sí y tenga la fuerza suficiente para hacerlo, puede gobernar nada. Creo que la mejor definición de líder es aquella que pone el acento en la capacidad de la persona para tomar decisiones contrarias a las de sus planteamientos preexistentes y, por supuesto, contra sus propios intereses en beneficio de los demás. Lo hemos visto esta semana con Arrimadas, pero a la cabeza se me viene ahora Felipe en la Otan. El liderazgo es dolor, como el cambio y crecimiento interior que se produce cuando uno madura.

La cuestión esencial estos días es la información y las soluciones. Los tacticismos, los maquillajes, las ocultaciones, las fotografías dolientes y los cálculos barrerán a quienes caigan en ellos. Porque en tiempos de crisis emerge la verdad. Es momento de ejemplo y sacrificio. Como dice el Evangelio, quien quiera salvar su vida la perderá y quien quiera perderla por los demás, la ganará. Así de sencillo.