El Comentario

Aniversario

15 diciembre, 2020 00:00

¿Somos raros?

Es decir ¿Desentonamos y damos la nota en nuestro entorno más inmediato y natural, los países de la Europa democrática?

¿Esto ha sido siempre así y no podemos evitarlo? ¿Puede suceder que no hayamos sabido corregir a tiempo viejas y muy rancias costumbres, de manera que hemos perdido el tren de todos o muchos los avances que la historia nos ha propuesto, empezando por la Ilustración del siglo de las luces (ya tiene delito preferir aquello de "Viva las caenas") y acabando por la derrota frente al fascismo de Franco en el siglo XX?

Urge hacerse estas preguntas porque este último aniversario de la Constitución ha sido todo un cúmulo de síntomas raros que aconsejan el diagnóstico de nuestro extraño caso.

El chat de militares golpistas retirados ("golpistas retirados" no es lo mismo que "retirados golpistas", y sin duda lo primero es más grave) a algunos les ha sorprendido. ¿En qué España viven?

Esta iniciativa última (y es solo la última, de momento) se lleva moviendo desde que los partidarios de VOX decidieron que este gobierno es ilegítimo, porque no les gusta a ellos. Es decir, que un gobierno que no sea de su gusto, aunque lo sea de la mayoría de españoles, no es legítimo. Y si hace falta confirmar su opinión pues se fusila a esa mayoría de españoles que no opinan como ellos.

Sin duda 26 millones de españoles fusilados no son pocos, pero en todo caso los firmantes o muchos de ellos proceden de una escuela en que tal cosa pasa por normal, de la misma forma que se admite sin polémica que Hitler y Franco son gente admirable y digna de imitar. O sea, tenemos un problema educativo.

A estas alturas de la Historia nadie con sentido común o bien informado considera a Hitler, Franco, o Stalin, gente admirable. Entre otras cosas porque son dictadores y asesinos en masa.

Y desde luego si es así como piensan (y eso es lo que parece) no es prudente dejarles al mando de ejércitos democráticos.

Desde otras instancias no tan tenebrosas aunque si un tanto oscuras, incluidos expresidentes de gobierno pasados de rosca, también se ha querido quitar legitimidad a este gobierno, apoyados más o menos en el mismo argumento: que no les gusta a ellos.

Para mí que estos son de los que apoyaron el golpe de Estado en Bolivia y aún no han pedido perdón.

Coincide también el aniversario en cuestión con la divulgación de un vídeo de Suárez en que éste reconoce ante la entrevistadora (intentando tapar con su mano el micrófono para que no nos enteremos, sin éxito) que en su momento y mediante una especie de trampa, dejó fuera de la decisión directa de los ciudadanos soberanos el tema clave de la forma del Estado: monarquía o república. Sobre todo porque disponía de encuestas en que quedaba claro que los españoles preferían lo segundo.

Y es que el entorno de países democráticos en el que aspirábamos a ingresar le pedían a Suárez (el mismo lo relata) que los españoles pudieran decidir este asunto principal mediante los procedimientos habituales, tal que un referéndum, por ejemplo.

Por ahí ronda el vídeo. Véanlo porque es curioso y aclara muchas cosas.

Coincide también este aniversario raro con que el rey emérito ha escogido estas fechas precisamente para pedir desde su refugio dorado al calor de los sátrapas amigos, regularizar parte de sus (presuntas) fechorías financieras, aunque no todas.

Nos vuelve a recordar en esto a la familia de Franco que también utilizó la jefatura del Estado para su propio beneficio personal, y que ahora piden igualmente regularizar mediante un precio (simbólico) todo lo recogido o arramblado en el palacio de Meirás. ¿Precio simbólico de qué?

Volviendo a los golpistas retirados (alguno de ellos no es militar retirado sino expulsado del ejército por su participación en el 23F), debemos considerar que es una buena noticia el hecho de que hayan tenido la ocurrencia peregrina de dirigir carta también al presidente del Parlamento europeo (habrá alucinado el pobre hombre). Sin duda esto les pone en evidencia e informa a la Europa civilizada (por si no lo sabían) sobre un hecho cada vez más notorio y preocupante: el fascismo nunca fue erradicado del todo en nuestro país, sino que se reservó cuotas importantes de poder. Sólo así se explica que haya militares (incluso de alto rango) que consideran que ese es el camino correcto para andar por el mundo, fusilando a diestro y siniestro hasta juntar 26 millones de tumbas.

Si Europa no ha cambiado hasta hacerse irreconocible (y creemos que no), esta información será debidamente aprovechada.

El caso es que una y otra vez se demuestra que mantenemos con nuestra Constitución una relación insana, casi patológica.

Parece nefando, cosa de herejes con rabo, debatir sobre ella, analizar sus fallos, y proponer su reforma (mientras tanto, por supuesto, lo suyo es cumplirla).

Esta actitud tan dogmática, tan cerrada, tan histérica incluso, no parece lo habitual en los países de nuestro entorno, en los que para nada está prohibido este debate, o proponer las reformas que se consideren oportunas y necesarias. Es decir, se la considera un instrumento, no un fin en sí mismo. Y como todo instrumento inteligente y racional, evoluciona con los problemas.

Quizás es que en esos países tienen más claro dónde reside la soberanía, y lo útil y saludable que es consultarla.

Cuando después de 40 años tal cosa no se ha hecho, y los problemas se amontonan, no parece que nuestro sistema sea especialmente flexible y eficaz, sino que deberíamos concluir que padece una esclerosis fatal que puede llevarlo a la tumba.

Y es que esta rigidez da la impresión de ser un defecto de fábrica. Algo raro le pasa a nuestra Constitución.

Ayer escuchábamos a un experto decir que nuestra Constitución no es "militante" y que por tanto es posible y legítima su reforma.

Claro que acto seguido afirmaba que lo único que "blinda" nuestra Constitución es la monarquía.

¡Coño! ¿Y con qué derecho "blinda" para la eternidad la monarquía, si eso como todo lo demás depende de la opinión y el interés de los españoles?

Este "blindaje" para la eternidad de una de las posibles formas del Estado peca de escatológico y da como miedo.

Siempre fuimos de la opinión de que esto de la Monarquía era jugar a un medievalismo trasnochado y peligroso, porque está claro que no es un mero adorno estético, como algunos defienden. Ni siquiera un símbolo de unidad. Sino que en todo caso es símbolo de una jerarquía impuesta y de origen divino, inviolable y que no responde ante la Ley, es decir irreal y antidemocrática. Tuvo su momento histórico, pero ese momento hace ya mucho que pasó.

Si nos equivocamos en esto luego vemos las consecuencias. Por ejemplo, que tengamos militares que solo rinden obediencia al monarca y no a los ciudadanos, es decir, a la democracia y las urnas. Y es que (conviene no olvidarlo) nuestro monarca, ese que algunos dicen mero adorno estético, es el jefe de las fuerzas armadas.

Si el ejército solo rinde obediencia al monarca, y al monarca le da por hacer lo que le salga del moño (cosa que no es infrecuente), podemos tener problemas graves o incluso un accidente.

El caso es que hace poco tuvimos la prueba de que esto de que la Constitución es intocable y para siempre, además es mentira, y de que si se quiere se puede, todo depende.

¿Y de qué depende?

Pues depende de quién pida tocarla o reformarla, y plantee democráticamente o imperiosamente su posibilidad.

Todos sabemos que recientemente y con motivo de la estafa financiera global del neoliberalismo, los bancos alemanes exigieron imperiosamente su reescritura para que las víctimas (españolas) de la estafa fueran también los paganos de su factura, y fue dicho y hecho. De un día para otro y sin pasar por las urnas. Zapatero y la reforma express de nuestra Constitución.

Todo esto no solo es raro, sino que desmoraliza.

Ahora bien, esto no se sostiene, y si de algo debemos estar convencidos y esperanzados los españoles es de que el futuro lo escribimos nosotros: los ciudadanos soberanos. En eso consiste la democracia.