El Comentario

Razones

29 abril, 2021 00:00

Las razones que en el artículo anterior nos llevaban a condenar las amenazas contra algunos de nuestros representantes políticos, María Gámez, Pablo Iglesias y el ministro Marlaska, son las mismas que nos llevan a condenar las nuevas amenazas contra Isabel Díaz Ayuso y otra vez María Gámez, directora de la Guardia Civil.

La política, con su debate de ideas y proyectos, con sus argumentos encontrados, o incluso con sus apasionamientos y tensiones, juega en una liga, y la violencia y las amenazas violentas en otra: la de la barbarie.

Desde los griegos la política forma parte de la razón y participa del debate de ideas y de la argumentación filosófica. Nuestros clásicos helenos estaban orgullosos del ejercicio de la palabra y abordaron esta materia, la política, mediante los mismos instrumentos con que abordaron la cosmología, la física, la lógica, o la biología: los instrumentos de la razón. Y además sabían que la forma política por la que habían optado, la democracia, tenía mucho que ver con su elección de la palabra, el argumento y la razón frente a la imposición y la violencia.

Eran perfectamente conscientes y defensores de su idiosincrasia frente a las costumbres de los "bárbaros".

Sabemos que esa corriente de pensamiento se ha interrumpido no pocas veces a lo largo de la Historia, y que Europa vio nacer los totalitarismos y triunfar, antes de ser derrotados.

Un cordón umbilical muy potente nos une al mundo y el pensamiento griego con sus aspiraciones humanistas, y aunque vivimos (cómo se vivieron en el pasado) tiempos difíciles y de retroceso, tiempos irracionales, esa memoria es potente e indeleble y permanecerá siempre con nosotros inspirando los mejores avances y los proyectos con más futuro.

En una democracia no cabe la coacción, ni la amenaza, ni la violencia, ni la supresión (en ninguna de sus formas) del libre ejercicio de la palabra. El debate de ideas es la base de Occidente.

Nuestra solidaridad con todos los representantes políticos que son víctimas de amenazas o sufren coacción en la expresión de sus ideas.