Entre Bolos

García Molina, arreglao pero informal

27 abril, 2017 00:00

Lo de Ramón Espinar, alias 'VPO Especulator', bebiéndose dos coca-colas en el Senado solo unos días después de que su propio partido pidiese prohibición de venta en la Cámara Alta para el refresco de cola más exitoso del mundo es la viva imagen del Podemos de hoy, un partido al que ya no le queda nada, o casi nada, de horizontal, de transversal, de los de abajo contra los de arriba, de la gente y del respeto a las minorías. Un partido que controla con mano de hierro Pablo Iglesias y su guardia pretoriana. Un partido surgido espontáneamente en las calles pero diseñado y dirigido desde sus inicios por la élite universitaria de este país. Un partido en el que la estética está por encima de la ética, en el que lo ancho es pa'mi y lo estrecho pa'ti. Un partido en el que los que se mueven no salen en la foto ni hablan en la radio. Pregunten a Íñigo Errejón.

Nada más acabar Vistalegre II (u-ni-dad, u-ni-dad, ja-ja-ja), el macho alfa de la manada comenzó la purga de los infieles a coletazo limpio. Ahora le ha llegado el turno a las comunidades autónomas, que nadie lo dude. Esta jugada la llevaban meses intuyendo decenas de militantes castellano-manchegos de Podemos descontentos con el rumbo que ha tomado el partido en Castilla-La Mancha, que curiosamente son los que siguen defendiendo con palabras y con hechos la horizontalidad, la transversalidad y el respeto a las minorías. Y lo que era una intuición ya se ha convertido en una realidad que están sufriendo en sus propias carnes durante la previa de la Asamblea Regional (14 de mayo) en la que se elegirá a un nuevo secretario general. Cuentan y argumentan que el actual comandante en jefe, el barcelotalaverano José García Molina, Don Pablito de la Mancha, está dispuesto a pasarse la democracia interna por el forro de los Jardines del Prado con tal de seguir cortando el bacalao. Todo el bacalao.

El vice primero de las Cortes, vida y muerte de Emiliano García-Page en el coqueteo del poder y la moqueta, va a hacer, justo ahora, unos retoquitos al censo de inscritos en el partido, que casualidá, y por eso no se lo deja ver a sus rivales en la pelea por el cargo. Por si fuera poco, también va a imponer el sistema de votación que más beneficia al aparato y a las mayorías, el DesBorda, sin preguntarle a los militantes si les parece bien o mal que esas sean las reglas del juego, algo que, por ejemplo, sí que está ocurriendo en la Comunidad Valenciana.

Que lo tenga claro el diputado David Llorente. O gana o lo fulminan. O manda o desaparece de la primera línea de Podemos. La suerte para él es que, al contrario que Errejón, no le podrán putear mandándole al gallinero del Parlamento ni quitándole el altavoz mediático. En las Cortes de Castilla-La Mancha la bancada de Podemos solo ocupa una fila con dos asientos y los que controlan el partido hacen todo lo posible desde dentro para que se le vea lo menos posible en los medios de comunicación y en las redes sociales.

PD. José García Molina está adquiriendo la costumbre de citar a los periodistas a las puertas de las Cortes de Castilla-La Mancha. Dentro, a escasos diez metros, hay una sala de prensa disponible. Quizá este extraña actitud tenga alguna explicación razonable que desconozco. O quizá solo sea otro síntoma del cinismo de la nueva política. Arreglá pero informal. En la calle pero al calorcito de las instituciones.

PD2. Mensaje para los haters. Sí, lleváis razón. La trama interna de Podemos es menos preocupante y menos grave que la vergonzante y extendida corrupción que carcome los cimientos del PP. ¿Hasta cuándo?